En un rincón remoto de las afueras de Módena, Cuocci vive la cocina como una forma de cuidar al territorio y a los sujetos que le rodean, a través de una inspiradora e innovadora cooperativa gastronómico-social donde los alimentos se transforman no tanto en recetas como en oportunidades para sus socios: personas con discapacidad intelectual con las que siembra, cría y trabaja artesanalmente lo mejor de las tradiciones comestibles de Emilia Romagna. En la granja-restaurante La lanterna di Diogene normaliza la interacción con uno de los colectivos más invisibilizados y desatendidos de nuestra sociedad, poniendo en valor sus capacidades.
“Cuando empecé en la cocina, quería cuidar de todo lo que había a mi alrededor, del suelo y de personas con problemas. Nadie se preocupaba de qué podían hacer y quise darles un trabajo que pudieran disfrutar con la gente con la que quieren estar”.