Desde Central, en Lima, Martínez le abrió márgenes insospechados a la cocina peruana desde una perspectiva abocada a la innovación y la exploración, construida a partir del trabajo de Máter Iniciativa, una plataforma interdisciplinaria con la que se adentra a una de las mayores biodiversidades del mundo bajo la premisa de que “afuera hay más”. Con Mil, su más reciente apuesta en Cuzco, rompe esquemas frente a las ruinas incas de Moray con un modelo de interacción no invasiva en el que la herencia de comunidades ancestrales y el conocimiento generado desde la investigación se integran en una apuesta creativa sobre premisas como biodiversidad, sostenibilidad, intercambio de conocimientos y conexión con la tierra.
“Lo que hacemos no es tan importante como el porqué lo hacemos. Buscamos que cada nuevo concepto que creamos sea una oportunidad para desarrollar algo con trascendencia, en lugar de espacios donde ser máquinas de innovación sin ningún impacto”.